(no subject)
Nov. 23rd, 2008 04:25 am![[personal profile]](https://www.dreamwidth.org/img/silk/identity/user.png)
Título: Retorno
Fandom: Original (Palpitaciones)
Género: Familia/Horror
Rating: T
Pareja/Personaje: Morcilla, Triste.
Reto: Tabla de helados/001.Doble Chocolate.
Advertencias: A pesar de que recientemente comencé a leer a Meyer y Anita Arroz, esta historia la escribí meses antes de interesarme por tales autores, así que no esperen vampiros parecidos a los que salen en esos libros.
Fragmento: Morcilla duerme, auspiciada por la cubierta de tafeta rosa que le hace de cielo raso. La casa es una extensión de sí misma, cuando no al revés.
Nota: Cambié mi claim a Multifandom por writer's block.
***
Morcilla duerme, auspiciada por la cubierta de tafeta rosa que le hace de cielo raso. La casa es una extensión de sí misma, cuando no al revés. El ejemplo es dado por el candado que hace de ojo indiscreto y le devuelve la vista de un discípulo que no ha parado de crecer desde que partió.
Morcilla se exprimiría una famosísima lágrima sanguinolenta de la mejilla, si sus reservas de A+ no estuvieran TAN bajas.
Se abre surcos en los brazos y, desperezándose, vuelve su cuerpo en cien murciélagos, que levantan la tapa del ataúd, delgados para su especie, por la falta de sangre bebida en la víspera.
***
El régimen que llevaba era estricto por su escasez. Triste se había desbandado al dejar la casa, presa de un frenesí de libertinaje. Degusta los últimos residuos bajo su lengua bífida, mientras que el portal se abre: boca negra que le succiona.
***
La primera vez que se vieron hubo sorpresas y se pidieron explicaciones. En pocas palabras, Triste expresó su deseo de tomar lugar en sus dominios, como estudiante de
Los niños de los humanos le habían pedido a Triste que guardara refugio con uno de los suyos: no sería invitado a entrar en sus casas, por más que compartieran algunos juegos de tarde entrada en noche.
-Eres un vampiro, tu lugar no es con nosotros.-Sentenció uno de ellos, alto y robusto, con aire de líder.
Triste se había sentido tentado de abrirle la garganta con las uñas que acababa de afilar ese mismo fin de semana, pero se dio cuenta de que sería como en otras ocasiones similares: los habitantes del pueblo se ensañarían con él y mandarían a que el párroco le asesinara.
Se limitó a gruñir con los ojos de pupilas alargadas contra los tubos retorcidos que formaban los juegos del parque y se disolvió en niebla sanguinolenta, arrancando murmullos de terror a sus no-amigos.
Morcilla no se tildaba a sí misma como “solitaria” puesto que su infierno interior se hallaba “sobrepoblado” y fácilmente se sentía como una ciudad incapaz de relacionarse con individuos independientes de espíritus absorbidos, que no quisiera sumar al consumo anual como postre o entrada.
Cuando ese muchachito vino a su mansión por vez primera, sus instintos la dominaron y dio vida (roja y tibia) a antiguos sirvientes y comensales sacrificados para agasajarle por la ocasión.
Se decepcionó un poco al notar que sus artificiosos esfuerzos, no hacían mella en su orgullo ni disipaban al menos, una pizca de su mal talante. Los chocolates que mandara a buscar en el sótano (sus reservas nunca se agotaban en ese aspecto, por si alguna vez se le ocurría cazar pequeñitos y necesitaba alimentarlos hasta que engordaran y la sangre les coloreara las mejillas. La prole del pueblo no tenía buen aspecto, a su parecer) fueron despreciados en tortas y helados. Aparentemente, Triste había perdido el gusto por los goces mortales, lo que era bueno y malo a la vez.
Su único amargo consuelo, era saber que por mucho que le ostentaran terceros el título de “condesa”, en el fondo no era más que una Antigua Doméstica.Morcilla sonrió tristemente y mordió un trozo del postre con la cucharilla de plata, decidida a que los esfuerzos de su servidumbre (aunque formara parte de ella misma, en cierta medida) no serían en vano, no del todo.
Título: Prolecto
Fandom: Original (Palpitaciones)
Género: Familia/Romance/Abuso
Rating: NC-17
Pareja/Personaje: Raquel/Lucía
Advertencias: Femmeslash y dorkness.
Fragmento: Pero a veces, su orgullo se hace un hueco, se desaparece sin dejar rastro alguno y se permite soñar con Raquel.
Reto:Nano.
Lucía no tiene el oído musical entrenado. No puede apreciar la música clásica y en la ópera le falta poco para quedarse dormida con la cabeza apoyada en las cortinas de terciopelo del palco reservado a
El único dominio libre de abusos es el de los sueños. Lucía se ha entrenado a sí misma para controlar las imágenes que aparecen en su mente a gusto y pretensiones. Salvo que tenga una premonición (y eso es sólo teoría de los diarios de Sofía, porque a la fecha nunca ha pasado. Ha llegado a pensar que sus sensores en ese aspecto no funcionan desde el momento en el que no previó su secuestro por medios sobrenaturales. O tal vez sí, pero no supo interpretarlos. Le falta formación brujil) que le interrumpa, puede volar hasta perderse en el cielo de límpido azul en un día de nubes pálidas que protegen sus alas de ser quemadas por el sol. O navegar en los brazos de un apuesto marinero sobre un velero hecho de papel. También revolcarse sobre flores violetas de gran fragancia, mientras cuenta anécdotas graciosas que nunca han ocurrido (acerca de elefantes rosados que ha domado o leones cuya piel arrancó tras pedir permiso con cierta culpabilidad) a su madre de ojos castaños y piel alta en cafeína. Incluso ha bailado en su fiesta de quince (que en la vida real jamás festejó, por falta de recursos e invitados posibles) con su padre enfundado en un traje rojo de corbata gris y cocinado budines o ñoquis con su hermano mayor, que llevaba un delantal amarillo y hacía gestos excesivos con las manos, divirtiéndole.
Pero a veces, su orgullo se hace un hueco, se desaparece sin dejar rastro alguno y se permite soñar con Raquel. Como ahora, que se duerme frotándose las marcas rojizas que ella ha dejado en su muslo y los moretones que le lamieron las caderas cuando llegaron a la sala y le arrancó el vestido con ayuda de una navaja que escondía en su bota derecha. Entonces no es Lucía, la maga reducida a cenizas de sirviente y amante a la fuerza, falsamente sobrina de la amable señorita Guzmán, que la inicia en las costumbres de la alta sociedad de ese pueblo decadente. No. Es bailarina en el palacio de un visir de rostro cubierto por sombras, porque ella solo puede ver a su esposa. La de cabellos rubios como el sol: superioridad del otro lado del charco, encarnada en un sari rojo. Y mientras que ella mueve su vientre frente aquel hombre extraño, Raquel le fulmina con la mirada. Como exigiendo una explicación, más de amante celosa que de esposa envidiosa. Dentro de Lucía se incuba el orgasmo. Y despierta con las bragas salpicadas de su propio esperma y la urgente necesidad de llorar mientras que se toca. Siempre pensando en Raquel, adolorida, porque son suyas las únicas caricias bruscas que jamás ha conocido.