(no subject)
Jan. 2nd, 2008 06:04 pm![[personal profile]](https://www.dreamwidth.org/img/silk/identity/user.png){kind=small}
thanatos_brideFandom: Malo pero wanna be Original.
Rating: T
Resumen: Sauce nunca podría determinar a qué especie pertenecía. No pudo ni explicárselo a sus hermanas del valle adentro.
Género: Fantasía.
Tema: 13)Mentir.
Flora en Sauce
Sauce era joven: tenía menos de doscientos años y su altura alcanzaba los cincuenta metros, besando con sus labios de savia el horizonte y olisqueando sin demasiada dificultad esa sal que despiden las nubes que envuelven el satélite lunar.
Flora llegó entonces. Con el viento del Norte en noche tormentosa, finales del otoño, entre las semillas de cada año, camuflada, pero expectante.
Sauce nunca podría determinar a qué especie pertenecía. No pudo ni explicárselo a sus hermanas del valle adentro.
-¿Éste enorme lugar es tuyo, hermanita?-Preguntó, acurrucada contra sus raíces doradas, doblada sobre sí, un bulto bermellón de voz cantarina, infante y dulcificante. En ese momento, el aire que soplaba y disciplinaba sus ramas más largas, era inmensamente manso, cálido, a pesar de la estación.
-No, tesoro.-La acunó Sauce, más cerca de su tronco, temblando ligeramente, por la emoción.-Pero es aquí en donde he morado desde siempre.
-Yo siempre he querido estar largamente en alguna parte.-Comentó la semilla de Flora, a penas esforzando una sonrisa trágica.
Sauce saboreó la sensación del despojo a la soledad de un espacio insignificante, a cambio de una misma compañía que llenara sus días de nuevos clamores.
Le gustó el sabor del exotismo y la maternidad que solía ejercer a menudo, cuando era alcanzada por los recuerdos del despunte primero.
-Si gustas de quedarte, aquí es un buen lugar.-Acarició la redondez de la esfera nueva, contra su palma maderera.
-¡Oh, Edén del Señor!-Exclamó la Flora en potencia, entusiasmada por el ofrecimiento. No hizo falta más palabras, porque se rodó contra su vientre y se empujó a la zona oscura, baja y poco frecuentada, ligeramente cubierta por un musgo húmedo, carente de vida propia.
La sintió, muy hija, tomando lugar en su interior. Dolían sus dientes primeros, rogando, astillando en busca de su propio espacio. Se arqueó, experimentando la savia fluyendo de su herida.
Hablaron hacia dentro, sin palabras, los meses previos a la primavera. Sauce le contaba todo lo que sobre ella había acontecido y quedaban rastros de sus historias en marcas aún visibles en su antiguo tronco. Flora (Semilla de Flora en Brote, mejor dicho), se movía en su interior, anestesiada por el letargo, pero siempre alegre y cariñosa; en especial luego de que sus primeros brotes devinieron en piernas cortas, pero fuertes, que sobresalían de la matriz y cuyo contacto, hacía sonrojar en verde a Sauce.
Flora hablaba como si ya conociera lo que significa ser una planta adulta. Y eso irritaba a Sauce, en cierta medida. Las corrientes de aire no le parecían especialmente aterradoras, pero decía respetarlas (Probablemente, por su cuidadora, que temía ser arrancada de la tierra, durante alguna tormenta especialmente fuerte).
Con su llegada, Sauce reconocía el comienzo de su estado de debilidad. El primero en mucho tiempo.
-¿En serio el mundo es redondo?-Susurraba la loca de Flora, tierna, como un narciso recién abierto, contra su oído.
Y Sauce notaba un matiz burlón en su tono, como si ya supiera la respuesta, pero preguntara a manera de juego, doblegando su fuerza a un tercio.
No le contestaba, fingía dormir bajo el sol y analizaba sus ojos amarillos, llenos de sutiles resentimientos.
Rating: T
Resumen: Sauce nunca podría determinar a qué especie pertenecía. No pudo ni explicárselo a sus hermanas del valle adentro.
Género: Fantasía.
Tema: 13)Mentir.
Flora en Sauce
Sauce era joven: tenía menos de doscientos años y su altura alcanzaba los cincuenta metros, besando con sus labios de savia el horizonte y olisqueando sin demasiada dificultad esa sal que despiden las nubes que envuelven el satélite lunar.
Flora llegó entonces. Con el viento del Norte en noche tormentosa, finales del otoño, entre las semillas de cada año, camuflada, pero expectante.
Sauce nunca podría determinar a qué especie pertenecía. No pudo ni explicárselo a sus hermanas del valle adentro.
-¿Éste enorme lugar es tuyo, hermanita?-Preguntó, acurrucada contra sus raíces doradas, doblada sobre sí, un bulto bermellón de voz cantarina, infante y dulcificante. En ese momento, el aire que soplaba y disciplinaba sus ramas más largas, era inmensamente manso, cálido, a pesar de la estación.
-No, tesoro.-La acunó Sauce, más cerca de su tronco, temblando ligeramente, por la emoción.-Pero es aquí en donde he morado desde siempre.
-Yo siempre he querido estar largamente en alguna parte.-Comentó la semilla de Flora, a penas esforzando una sonrisa trágica.
Sauce saboreó la sensación del despojo a la soledad de un espacio insignificante, a cambio de una misma compañía que llenara sus días de nuevos clamores.
Le gustó el sabor del exotismo y la maternidad que solía ejercer a menudo, cuando era alcanzada por los recuerdos del despunte primero.
-Si gustas de quedarte, aquí es un buen lugar.-Acarició la redondez de la esfera nueva, contra su palma maderera.
-¡Oh, Edén del Señor!-Exclamó la Flora en potencia, entusiasmada por el ofrecimiento. No hizo falta más palabras, porque se rodó contra su vientre y se empujó a la zona oscura, baja y poco frecuentada, ligeramente cubierta por un musgo húmedo, carente de vida propia.
La sintió, muy hija, tomando lugar en su interior. Dolían sus dientes primeros, rogando, astillando en busca de su propio espacio. Se arqueó, experimentando la savia fluyendo de su herida.
Hablaron hacia dentro, sin palabras, los meses previos a la primavera. Sauce le contaba todo lo que sobre ella había acontecido y quedaban rastros de sus historias en marcas aún visibles en su antiguo tronco. Flora (Semilla de Flora en Brote, mejor dicho), se movía en su interior, anestesiada por el letargo, pero siempre alegre y cariñosa; en especial luego de que sus primeros brotes devinieron en piernas cortas, pero fuertes, que sobresalían de la matriz y cuyo contacto, hacía sonrojar en verde a Sauce.
Flora hablaba como si ya conociera lo que significa ser una planta adulta. Y eso irritaba a Sauce, en cierta medida. Las corrientes de aire no le parecían especialmente aterradoras, pero decía respetarlas (Probablemente, por su cuidadora, que temía ser arrancada de la tierra, durante alguna tormenta especialmente fuerte).
Con su llegada, Sauce reconocía el comienzo de su estado de debilidad. El primero en mucho tiempo.
-¿En serio el mundo es redondo?-Susurraba la loca de Flora, tierna, como un narciso recién abierto, contra su oído.
Y Sauce notaba un matiz burlón en su tono, como si ya supiera la respuesta, pero preguntara a manera de juego, doblegando su fuerza a un tercio.
No le contestaba, fingía dormir bajo el sol y analizaba sus ojos amarillos, llenos de sutiles resentimientos.
