(no subject)
Feb. 25th, 2008 09:29 am![[personal profile]](https://www.dreamwidth.org/img/silk/identity/user.png)
Título: La última canción.
Fandom:Shaman King.
Publicado anteriormente: Oh,Rem Gyn no es virgen. <3
Parejiita: Kalim/Silver.
Rating: NC-17, ya me llamaron la atención por eso, gracias u.u
Off topic: Últimamente sólo ceno helado. x_x
La última canción
Deja la ventana abierta por la mañana
Cuando tenga miedo -por favor- abrázame
Si puedes, ¿serías tan amable de olvidar tu enojo?
Mi calma depende de la gentileza en tus modos.
Elton John//Última canción.
Título: Volando.
Fandom:D-Gray Man.
Pareja/Personaje: Lalá/Niñito Random (?), Cross Marian, etc.
Rating: T por asesinato. owo
Advertencia: Datos históricoserróneos, menciones flojas sobre Parsifal y , ¿mencioné ya que es un poco U.a.?
El día menos pensado me iré de aquí volando
Dejando todas éstas cosas en el pasado
¿Por qué vivir siempre de sueño en sueño
si temo el momento en el que despierta la realidad?
Nicole Kidman/Algún día volaré lejos.
Sigamos a la noche, Pequeño Nuevo Príncipe. Río por la forma en que me miras, con tus ojos bien abiertos y desconcertados. Fui hecha para deleitar con mi canto a Príncipes. Siendo así, como estoy cantándote, eres para mí un Príncipe. Niño pequeño¿Lo entiendes ahora?
Tal vez ignoras dónde estás. No es un pequeño sueño. Esto es Martel. ¿Puedes decir "Martel", pequeño?
Te enseñaré.
Martel. Martel. Martel. Bella e hipnótica Martel.
Martel. Martel. Martel. Gigante e inmensa Martel.
Martel. Martel. Martel. Dulce y deliciosa Martel.
Martel. Martel. Martel. Suave y melodiosa Martel.
Si te lo canto así, todos los días, la noche menos pensada lo aprenderás y me darás una gran sorpresa. Aún no tienes dientes, querido niño. Un día te saldrán y ayudarán a que pronuncies todas y cada una de las palabras.
Te contaré algo más, hoy que hace tanto frío y es necesario contar historias , bellas historias del pasado para mantener tu piel caliente y tu risa tibia. Martel fue una vez, la ciudad predilecta de un Príncipe Tiránico.
Oh, no. Él no era como tú. Él tenía mucho oro y sólo le importaba comprar amigos. Deseaba muñecos, juguetes mecánicos , sirvientes mudos. Venía aquí a divertirse y llenó la ciudad de todo aquello que le encantaba. Fue en cierta forma, una época dorada.
¡Si me hubieras visto en ese entonces, mi Niño Príncipe¡Si hubieras visto la ciudad brillando y resaltando mi propia luz!
No lo ves ahora, pero la antigua Martel era un gran teatro en sí misma. Teatro, laberinto, reloj , caja llena de sorpresas. Cuando entras en Martel, te enamoras de ella.
Es un amor extraño: Sientes frío en tu corazón y tiemblas de pies a cabeza. Pero tardas en dejarla y la observas detenidamente, esperando a que salgamos a saludarte con nuestras voces pulidas en tu oído cual caricia. Como en antaño. En esa época, había por lo menos uno de nosotros en cada ventana, grieta, hogar. Salíamos ataviados de cornetas, música, danza y canto. Arrojábamos guirnaldas y proclamábamos alegría al público.
A nuestro Príncipe. Él era nuestro público y solíamos deleitarlo.
La luna de Martel siempre es amarilla. Se sienta sobre el cielo y alumbra nuestros actos. Nos gobierna, nos apremia: Es un reflector natural.
El sol aquí es más avaro. No viene tanto, se nos reserva para el verano. Pero en otros tiempos, había un puñado de brillo en cada mano y todos arrojábamos hacia arriba , esperando ganarle a las luces artificiales, tiñéndonos de esplendor nocturno, fugaz y repentino, reflejando todas las luces del gran satélite para que observáramos el prisma a nuestro alrededor. Brillábamos. Brillábamos.
Ahora las cosas están distintas. Pero si cierras los ojos un momento y afinas tus oídos, podrás sentir allá en la ahogada lejanía, el tren que atraviesa el valle. ¿No te enerva su bello rumor? Se dice que fue en una noche como ésta en la cual llegó el hombre que nos construyó a todos. Un artesano llamado Cross Marian.
El señor Cross me hizo con delicadeza. Recuerdo cuando abrí mis ojos por primera vez, pese a que aún carecía de párpados, y lo vi empujando unos resortes en mi torso. ¡Cosquilleaban, como plumas! Él parecía un arlequín, estaba su rostro maquillado con una base blanca y las figuras geométricas profundamente rojas, trazadas a través de su mirada, la hacían burlona y penetrante al mismo tiempo. Cuando me dió cuerda la primera vez, temblé de emoción , canté y dancé con mi voz trémula sólo para él. Pronto, me envolvió en papel brillante que ajustó con un moño rojo.
Esa misma noche actué para el príncipe y tan encantado conmigo estuvo que ordenó me vistieran con adornos de plata y oro. ¡Si hubieras visto esos colores resaltando mi belleza! Juro que fue allí, en esos momentos , cuando me sentí repentinamente viva y solté una lágrima. Cross Marian se enojó conmigo más tarde... Era una fuga de aceite, a causa de un golpe que me dí al dar un salto sobre el lomo de un unicornio de madera, sobre el cual galopaba interpretando a Kundry, la doncella de Parsifal. Mis lágrimas fluyeron deprisa y fue tal su alcance que mancharon con sepia el pecho del príncipe, el cual me observaba sentado en el palco principal, muy en lo alto del Gran Teatro.
Ese día me metieron en un cofre con doble llave. Todo allí era muy oscuro, mi bien. A veces, mi creador golpeaba mi baúl, entre otros a mi alrededor, quejándose de nuestra torpeza. Yo cantaba desde la oscuridad y a pesar de sus malas palabras y nuevos golpes, sé que resulté un consuelo en su vida, hasta el fin de la misma.
Es inmensa mi melancolía al evocar ese día. Parece que hubiera sido ayer cuando partió de este mundo. Estaba intentando armar un león enorme, bañado en oro, y el mecanismo alojado en el cuerpo del mismo, falló de alguna manera. Quizás, fue un engrane. Los engranes siempre dan problemas. La boca se cerró en la cintura de nuestro juguetero, mientras él intentaba ponerle cuerdas vocales de cobre a la estrella del musical que nuestro príncipe exigía para aliviar su soledad.
Cuando rememoro ese día, siento que me desmayo, como él me enseñó a hacerlo cuando el guión indicara una cantidad impresionante de angustia en mi personaje.
Tengo el tamaño natural de una mujer. Él cuidó muy bien mis más pequeños detalles. Incluso mis senos están hechos de un material suave y sintético, que asemeja la piel que ostentan las mujeres a las que represento.
Puedo cargar armas, blandir espadas y hachas, hacerme trenzas en el cabello, usar vestidos finísimos y cantar sin descanso. Cuando me pides que interprete un papel, yo, tu muñeca, me esmero al máximo para cumplir tus expectativas.
Sé volar muy alto con unas alas de seda negra que confeccionaron para esas ocasiones, y puedo desfilar con mis vestidos de cortesana hindú, si me lo pides y si te gusta verme así, mi pequeño Príncipe. Tengo todas esas prendas guardadas, por si acaso un día te represento una obra a elección y quieres que cambie mi apariencia por la del personaje que interprete.
De ahora en adelante, viviremos solos tú y yo, mi pequeño. Me darás cuerda cuando me sienta exhausta. Buscaré alimentos, cuando tengas hambre. Soñarás conmigo y me moveré por ti.
¿Tu madre? Yo te prepararé una nueva cuna, para que olvides su aroma y te acostumbres al mío. Si quieres mirarla, está por allá, hacia abajo en las ruinas. Dejó de moverse cuando la golpeé para tomarte...
Fandom:Shaman King.
Publicado anteriormente: Oh,
Parejiita: Kalim/Silver.
Rating: NC-17, ya me llamaron la atención por eso, gracias u.u
Off topic: Últimamente sólo ceno helado. x_x
La última canción
Deja la ventana abierta por la mañana
Cuando tenga miedo -por favor- abrázame
Si puedes, ¿serías tan amable de olvidar tu enojo?
Mi calma depende de la gentileza en tus modos.
Elton John//Última canción.
La sonrisa de Kalim es un surco vertical. Cae desde el borde de su rostro, hasta cortar la mitad de su piel en un ángulo quebrado.
Silver reconoce que su felicidad cae como una flecha en el medio de la cama que comparten. En directo, en diagonal, rompiendo y arrancando el pasado que lo abruma por la miseria.
Kalim se contrae cuando él termina de darle placer con los labios apretados en la entrepierna. Su piel de arcilla está permeada bajo el sudor y la saliva. La alucinación parda nace cuando Silver se duerme con el rostro muy cerca del suyo , trayendo en sueños una aureola roja que le recubre el aura, quemándolo.
Cuando eso pasa, le toma el mentón y su caricia fuerte, sincera, baja a su cuello, acariciando las venas marcadas con los dedos ásperos.
Compartir la cama es difícil porque sus cuerpos son enormes y el colchón de segunda mano está usado y deforme. Sin contar que fue pensado para sólo una persona en primer lugar.
A veces, Silver dice que Kalim tiene una fealdad bestial, pero siempre que siente su calor cerca, se explaya y se deja ir hacia la zona de los sueños más claros y verdosos, en un bosque perdido, cerca de donde moran los Grandes Espíritus.
Al terciar su agarre sobre la cintura y comenzar las embestidas simples, concisas y punzantes al placer, suele reír por la forma en que los ojos oscuros le devuelven la mirada: Llenos de ironía.
Y no olvidemos la flecha , abriéndose paso en un arco carnoso, con una simpatía desbordante que se vuelca en éxtasis.
Silver reconoce que su felicidad cae como una flecha en el medio de la cama que comparten. En directo, en diagonal, rompiendo y arrancando el pasado que lo abruma por la miseria.
Kalim se contrae cuando él termina de darle placer con los labios apretados en la entrepierna. Su piel de arcilla está permeada bajo el sudor y la saliva. La alucinación parda nace cuando Silver se duerme con el rostro muy cerca del suyo , trayendo en sueños una aureola roja que le recubre el aura, quemándolo.
Cuando eso pasa, le toma el mentón y su caricia fuerte, sincera, baja a su cuello, acariciando las venas marcadas con los dedos ásperos.
Compartir la cama es difícil porque sus cuerpos son enormes y el colchón de segunda mano está usado y deforme. Sin contar que fue pensado para sólo una persona en primer lugar.
A veces, Silver dice que Kalim tiene una fealdad bestial, pero siempre que siente su calor cerca, se explaya y se deja ir hacia la zona de los sueños más claros y verdosos, en un bosque perdido, cerca de donde moran los Grandes Espíritus.
Al terciar su agarre sobre la cintura y comenzar las embestidas simples, concisas y punzantes al placer, suele reír por la forma en que los ojos oscuros le devuelven la mirada: Llenos de ironía.
Y no olvidemos la flecha , abriéndose paso en un arco carnoso, con una simpatía desbordante que se vuelca en éxtasis.
Título: Volando.
Fandom:D-Gray Man.
Pareja/Personaje: Lalá/Niñito Random (?), Cross Marian, etc.
Rating: T por asesinato. owo
Advertencia: Datos históricos
Volando
El día menos pensado me iré de aquí volando
Dejando todas éstas cosas en el pasado
¿Por qué vivir siempre de sueño en sueño
si temo el momento en el que despierta la realidad?
Nicole Kidman/Algún día volaré lejos.
Sigamos a la noche, Pequeño Nuevo Príncipe. Río por la forma en que me miras, con tus ojos bien abiertos y desconcertados. Fui hecha para deleitar con mi canto a Príncipes. Siendo así, como estoy cantándote, eres para mí un Príncipe. Niño pequeño¿Lo entiendes ahora?
Tal vez ignoras dónde estás. No es un pequeño sueño. Esto es Martel. ¿Puedes decir "Martel", pequeño?
Te enseñaré.
Martel. Martel. Martel. Bella e hipnótica Martel.
Martel. Martel. Martel. Gigante e inmensa Martel.
Martel. Martel. Martel. Dulce y deliciosa Martel.
Martel. Martel. Martel. Suave y melodiosa Martel.
Si te lo canto así, todos los días, la noche menos pensada lo aprenderás y me darás una gran sorpresa. Aún no tienes dientes, querido niño. Un día te saldrán y ayudarán a que pronuncies todas y cada una de las palabras.
Te contaré algo más, hoy que hace tanto frío y es necesario contar historias , bellas historias del pasado para mantener tu piel caliente y tu risa tibia. Martel fue una vez, la ciudad predilecta de un Príncipe Tiránico.
Oh, no. Él no era como tú. Él tenía mucho oro y sólo le importaba comprar amigos. Deseaba muñecos, juguetes mecánicos , sirvientes mudos. Venía aquí a divertirse y llenó la ciudad de todo aquello que le encantaba. Fue en cierta forma, una época dorada.
¡Si me hubieras visto en ese entonces, mi Niño Príncipe¡Si hubieras visto la ciudad brillando y resaltando mi propia luz!
No lo ves ahora, pero la antigua Martel era un gran teatro en sí misma. Teatro, laberinto, reloj , caja llena de sorpresas. Cuando entras en Martel, te enamoras de ella.
Es un amor extraño: Sientes frío en tu corazón y tiemblas de pies a cabeza. Pero tardas en dejarla y la observas detenidamente, esperando a que salgamos a saludarte con nuestras voces pulidas en tu oído cual caricia. Como en antaño. En esa época, había por lo menos uno de nosotros en cada ventana, grieta, hogar. Salíamos ataviados de cornetas, música, danza y canto. Arrojábamos guirnaldas y proclamábamos alegría al público.
A nuestro Príncipe. Él era nuestro público y solíamos deleitarlo.
La luna de Martel siempre es amarilla. Se sienta sobre el cielo y alumbra nuestros actos. Nos gobierna, nos apremia: Es un reflector natural.
El sol aquí es más avaro. No viene tanto, se nos reserva para el verano. Pero en otros tiempos, había un puñado de brillo en cada mano y todos arrojábamos hacia arriba , esperando ganarle a las luces artificiales, tiñéndonos de esplendor nocturno, fugaz y repentino, reflejando todas las luces del gran satélite para que observáramos el prisma a nuestro alrededor. Brillábamos. Brillábamos.
Ahora las cosas están distintas. Pero si cierras los ojos un momento y afinas tus oídos, podrás sentir allá en la ahogada lejanía, el tren que atraviesa el valle. ¿No te enerva su bello rumor? Se dice que fue en una noche como ésta en la cual llegó el hombre que nos construyó a todos. Un artesano llamado Cross Marian.
El señor Cross me hizo con delicadeza. Recuerdo cuando abrí mis ojos por primera vez, pese a que aún carecía de párpados, y lo vi empujando unos resortes en mi torso. ¡Cosquilleaban, como plumas! Él parecía un arlequín, estaba su rostro maquillado con una base blanca y las figuras geométricas profundamente rojas, trazadas a través de su mirada, la hacían burlona y penetrante al mismo tiempo. Cuando me dió cuerda la primera vez, temblé de emoción , canté y dancé con mi voz trémula sólo para él. Pronto, me envolvió en papel brillante que ajustó con un moño rojo.
Esa misma noche actué para el príncipe y tan encantado conmigo estuvo que ordenó me vistieran con adornos de plata y oro. ¡Si hubieras visto esos colores resaltando mi belleza! Juro que fue allí, en esos momentos , cuando me sentí repentinamente viva y solté una lágrima. Cross Marian se enojó conmigo más tarde... Era una fuga de aceite, a causa de un golpe que me dí al dar un salto sobre el lomo de un unicornio de madera, sobre el cual galopaba interpretando a Kundry, la doncella de Parsifal. Mis lágrimas fluyeron deprisa y fue tal su alcance que mancharon con sepia el pecho del príncipe, el cual me observaba sentado en el palco principal, muy en lo alto del Gran Teatro.
Ese día me metieron en un cofre con doble llave. Todo allí era muy oscuro, mi bien. A veces, mi creador golpeaba mi baúl, entre otros a mi alrededor, quejándose de nuestra torpeza. Yo cantaba desde la oscuridad y a pesar de sus malas palabras y nuevos golpes, sé que resulté un consuelo en su vida, hasta el fin de la misma.
Es inmensa mi melancolía al evocar ese día. Parece que hubiera sido ayer cuando partió de este mundo. Estaba intentando armar un león enorme, bañado en oro, y el mecanismo alojado en el cuerpo del mismo, falló de alguna manera. Quizás, fue un engrane. Los engranes siempre dan problemas. La boca se cerró en la cintura de nuestro juguetero, mientras él intentaba ponerle cuerdas vocales de cobre a la estrella del musical que nuestro príncipe exigía para aliviar su soledad.
Cuando rememoro ese día, siento que me desmayo, como él me enseñó a hacerlo cuando el guión indicara una cantidad impresionante de angustia en mi personaje.
Tengo el tamaño natural de una mujer. Él cuidó muy bien mis más pequeños detalles. Incluso mis senos están hechos de un material suave y sintético, que asemeja la piel que ostentan las mujeres a las que represento.
Puedo cargar armas, blandir espadas y hachas, hacerme trenzas en el cabello, usar vestidos finísimos y cantar sin descanso. Cuando me pides que interprete un papel, yo, tu muñeca, me esmero al máximo para cumplir tus expectativas.
Sé volar muy alto con unas alas de seda negra que confeccionaron para esas ocasiones, y puedo desfilar con mis vestidos de cortesana hindú, si me lo pides y si te gusta verme así, mi pequeño Príncipe. Tengo todas esas prendas guardadas, por si acaso un día te represento una obra a elección y quieres que cambie mi apariencia por la del personaje que interprete.
De ahora en adelante, viviremos solos tú y yo, mi pequeño. Me darás cuerda cuando me sienta exhausta. Buscaré alimentos, cuando tengas hambre. Soñarás conmigo y me moveré por ti.
¿Tu madre? Yo te prepararé una nueva cuna, para que olvides su aroma y te acostumbres al mío. Si quieres mirarla, está por allá, hacia abajo en las ruinas. Dejó de moverse cuando la golpeé para tomarte...