(no subject)
Jun. 14th, 2010 02:22 pm![[personal profile]](https://www.dreamwidth.org/img/silk/identity/user.png)
Él te quebró una vez. Ni siquiera se dio cuenta de lo que hacía. Pensaba en sí mismo, en sus propias necesidades. Alargabas tu mano hacia él y te empujó con su indiferencia. Lo buscaste hasta que los pedazos se quebraron varias veces en sí mismos y te fue imposible disimular que no eras una mujer completa para salir a la calle. No podías ni levantarte de la cama: los pedazos quedaban diseminados por el colchón y nunca podías juntar los suficientes en los bolsillos del impermeable. Un día se rompió hasta tu columna vertebral. No había forma de que simplemente lo disimularas. Acababa de convertirse en algo profundo. Intentaste telefonearlo. Nunca estaba. Tardó días enteros en contestarte. Para entonces llorabas y te sudaban las manos. No se te ocurría a quién más llamar. No pensaste en nadie a quien pudiera importarle o en quien confiaras lo suficiente como para pedirle que te ayudara a levantar los pedazos. Te había ayudado antes, cuando solo eran unos cuantos disimulados y podías agacharte a buscarlos con una sonrisa. Ahora estabas llena de amargura, pero te dijiste que si en la vida real era como en los cuentos de hadas solo que sin caballos y castillos, entonces él te querría de todos modos, como tú lo querías aunque no fuera un príncipe con título nobiliario y demás. Atendió dubitativo. No se acordaba bien de quién eras. Ah, si, esa chica, ¿qué ha hecho con su vida? Intentaste explicarle, pero te diste cuenta de que no escuchaba bien lo que decías. Bostezaba o se reía de un rumor que reconocías como un televisor o el cine. Te dijo que debías aprender a estar sola. Que todos aprendían tarde o temprano. O que aprovecharas que tenías la beca universitaria para hacer amigos. Los amigos son los que lo sacan a uno de aprietos como ese, así no tienes que molestar a alguien a quien realmente ya no le interesas. Se disculpó por su sincera indiferencia. El aliento se te cortó cuando le colgaste y arrojaste el teléfono celular al otro lado de la habitación, convencida de que no volverías a usarlo por una buena temporada. Esperaste sin comer. No sabías qué o lo suponías pero no querías decírtelo en voz alta por miedo a ceder tu estoicismo.